miércoles, octubre 1, 2025
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Guillermo Vega, el mártir

por: Khalid Osorio

El Toque Crítico

Lo dijimos en junio y hoy no queda más que reiterarlo: el proyecto hídrico de El Batán estaba muerto desde antes de nacer. Sus defensores se aferraron a la idea de que con repetir mil veces un discurso maquillado con publicidad podían darle vida artificial a un plan que ni siquiera conocían a fondo.

El resultado fue predecible: cuando la ciudadanía cuestionó con datos, cuando ambientalistas y especialistas exigieron información clara, la respuesta fue el silencio o el desprecio. ¿Para qué abrir un debate público si ya tenían la decisión tomada?

La ironía es que ahora, con el gobernador dando por fin el tiro de gracia al proyecto, salen corriendo a buscar salidas alternativas: destinar el agua hacia la industria y no al consumo humano. ¿No era exactamente lo que se les pidió hace tiempo? ¿No habían descalificado esa idea?

Y como todo mal libreto necesita un giro dramático, de pronto amenazaron con “salir a las calles” para cargarle el costo político del fracaso a Morena. Un gesto tardío y vacío: si tan convencidos estaban de que El Batán era vital, ¿por qué no salieron a caminar cuando aún había algo que defender? Fácil: porque sabían que el proyecto hacía agua (literal y figurativamente). Es más sencillo buscar un culpable externo que reconocer los propios errores.

En medio del sainete apareció el diputado Guillermo Vega, ofreciéndose en sacrificio a cambio de la aprobación del proyecto. Una especie de acto de heroísmo político que no conmovió a nadie. ¿Qué diferencia haría que dejara el Congreso? Ninguna. Pero qué bien suena para la narrativa del mártir incomprendido; lo único que faltó fue una corona de espinas para completar la imagen.

El diputado lo sabe bien; no lograron llegar a acuerdos con la oposición para aprobar el proyecto. Se siguen comportando al igual que cuando tenían la mayoría aplastante y les bastaba levantar la mano para aprobar lo que quisieran, cuando quisieran y como quisieran. Algunos solo aprendieron a hacer eso en una década, levantar la mano.

También sabe que nadie aceptará su propuesta, que las declaraciones solo se quedarán en la tinta y el papel que sale de algunas redacciones, y sabe bien que lo que pone en la mesa como moneda de cambio vale cada vez menos.

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