por: Khalid Osorio
El Toque Crítico
Querétaro es un oasis. Una isla de paz. Un ejemplo de civilidad en el país del caos. O al menos, eso nos repiten hasta el cansancio las autoridades estatales, como si decirlo una y otra vez con cara seria fuera suficiente para convertirlo en verdad. Aquí, aseguran, no opera el crimen organizado. No señor, esas son cosas que pasan en otras latitudes, donde la gente no tiene el temple moral ni los valores que aquí se respiran con el aire queretano.
Pero el problema con repetir una mentira es que la realidad no siempre coopera. Porque si algo ha quedado claro en los últimos años es que esa supuesta ausencia del crimen organizado se parece mucho a lo que en medicina llaman “negación severa de la realidad con delirios funcionales”.
Empecemos por 2019, cuando un video sacudió las redes: supuestos sicarios rapando, desnudando y torturando a un grupo de escorts, mientras afirmaban pertenecer al Cártel Jalisco Nueva Generación. En el video, bastante explícito por cierto, advertían que “esta es su plaza”. Pero claro, seguramente eran actores frustrados o youtubers buscando hacerse virales. Nada que ver con cárteles. Aquí no operan.
En 2022, una acción conjunta entre las fiscalías de Guanajuato y Querétaro terminó en balacera en pleno fraccionamiento de Ciudad del Sol. El objetivo: detener a Santiago Quiroz Zermeño, alias El Chango, jefe de plaza del CJNG. Lo que encontraron fue plomo, no flores. Pero no se alarme, no es que operen aquí. Solo estaba… de visita.
Para rematar, el gobierno de Estados Unidos —que por lo visto no ha sido debidamente informado por las autoridades queretanas— incluyó al estado en su mapa de influencia del CJNG. Lo mismo que los famosos Guacamaya Leaks, donde documentos atribuidos al Ejército Mexicano señalan con claridad la presencia de grupos criminales en Querétaro. Pero de nuevo, debe ser un error. Ya sabemos cómo se equivocan esos gringos y esos activistas digitales…
¿Y qué hay del bar Los Cantaritos? Ah, sí, ese pequeño incidente donde integrantes del Cártel de Santa Rosa de Lima ejecutaron a miembros del CJNG dedicados a reclutar gente para el cártel. Un tiroteo entre cárteles en una zona urbana, con víctimas civiles incluidas. Pero, tranquilos: eso no es operar, eso es… resolver diferencias empresariales en suelo neutral. Querétaro, que muchas veces parece la sede de la ONU para dar solución a estos casos.
Y por si algo faltaba, la semana pasada la Agencia de Investigación Ambiental de EE.UU. reveló una red de tráfico de mercurio en la Sierra Gorda, supuestamente operada por el CJNG. Pero aquí llegó el héroe que todo estado necesita: el secretario de Seguridad, quien declaró que no hay indicios. Listo. Investigación desactivada por decreto.
Y mientras tanto, los medios locales —salvo honrosas excepciones— se han unido al coro institucional del “aquí no pasa nada”. Desmintieron una información que nunca publicaron.
Así que ante tantos indicios, toca preguntarse con un poco de ironía: ¿de verdad no operan en Querétaro o simplemente tienen buen gusto para vivir aquí? Tal vez no están en negocios, solo facturan. Tal vez no están organizados, solo se atacan por coincidencia. Quizá no tienen base, solo vienen de vacaciones.
Porque si esta no es presencia del crimen organizado, entonces hay que redefinir el concepto. O al menos dejar de pensar que el silencio y la negación son estrategias de seguridad. Negar la realidad no la elimina. Solo nos vuelve más vulnerables ante ella.