sábado, julio 26, 2025
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Legisladores en pausa permanente

por: Khalid Osorio

El Toque Criticó

En el Congreso de Querétaro parece que el tiempo no corre: se estira, se difumina, se congela. Hay iniciativas que entran y jamás salen, otras que se “revisan” durante años, y algunas que ni siquiera se atreven a nombrar. Es un lugar donde los temas urgentes se estudian eternamente y los polémicos se guardan bajo llave. En ese universo paralelo, los diputados no legislan: meditan. O eso dicen.

Tómese como ejemplo la Ley de Movilidad, esa promesa que lleva más de dos años dando vueltas por pasillos, mesas técnicas y ruedas de prensa, sin que hasta ahora exista un dictamen serio o una discusión real. Mientras la ciudad se desborda —de tráfico, de autos, de peatones en riesgo— los diputados aseguran que “continúan estudiando el tema”. Especial mención merece Enrique Correa, presidente de la Comisión de Movilidad, quien ha perfeccionado el arte de posponer sin parecer que está haciendo nada. Una declaración cada tanto, un foro aquí, un análisis allá… y la ley se sigue estudiando. Tal vez pueda hacer una maestría sobre el tema, pues es el funcionario que más ha estudiado el sobre movilidad en el país, en una de esas y la misma legislatura lo Conmemora.

Pero si la movilidad apenas se menciona, hay temas que directamente se eliminan del vocabulario legislativo. Ahí está, como prueba irrefutable de la parálisis selectiva, la despenalización del aborto. Un tema que colectivos feministas, académicas, defensoras de derechos humanos y ciudadanas han puesto sobre la mesa una y otra vez, con argumentos jurídicos, datos de salud pública y sentencias de la Suprema Corte que respaldan su exigencia. ¿Y qué ha hecho el Congreso? Nada. Ni siquiera abrir el debate. Solo un legislador se ha atrevido a empujar el tema con seriedad, pero poco ha logrado. Es el tabú máximo, la pared invisible que nadie quiere tocar. No porque no sepan cómo legislarlo, sino porque prefieren no hacerlo.

La estrategia es simple: si algo incomoda, se ignora. Si algo arde, se congela. El Congreso funciona como un congelador político: conserva los temas en estado inerte, esperando que pasen de moda, que dejen de ser exigidos o que simplemente nadie pregunte por ellos. Mientras tanto, se sesiona en paz, se cobra puntual, se asiste a fotos, se firma sin leer y se publica en redes sociales con emojis.

Lo irónico es que estos legisladores que no legislan insisten en llamarse “representantes populares”. ¿De quién, exactamente? Porque el pueblo sí se mueve. El pueblo camina, se transporta, exige derechos, marcha por ellos, interpela a sus instituciones. Pero dentro del Congreso, nada ocurre. Allí, el movimiento está prohibido… a menos que se trate de mover las sillas para una comparecencia más o una condecoración de rutina.

Quizá algún día —cuando terminen de “estudiar”— los diputados (algunos con una década en la misma silla) comprendan que su trabajo no es solo estar y levantar la mano cuando se los digan, sino actuar. Que legislar no significa evadir, ni dilatar, ni archivar. Que hacer política no es cuidar la reputación propia, sino responder al mandato ciudadano.

Mientras tanto, Querétaro avanza a pesar de muchos de ellos. A pie, en bicicleta, en protesta. Y las iniciativas, como muchas ciudadanas, siguen esperando… afuera del Congreso.

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