por : Khalid Osorio
El Toque Crítico
Querétaro tiene un Congreso que suele presumirse serio, responsable y cercano a la ciudadanía. Pero basta con asomarse a la Comisión de Movilidad para que la realidad nos pegue de frente: ahí despacha el diputado panista Enrique Correa Sada, quien lleva más de dos años sin homologar la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial, mientras la entidad acumula víctimas en calles y carreteras. Dos años de atraso, de discursos huecos y de justificaciones que no mueven ni una llanta de bicicleta.
Y es que mientras los colectivos de ciclistas y peatones exigen acciones concretas —infraestructura, normas claras, responsabilidades jurídicas— el presidente de la Comisión de Movilidad dedica su tiempo a… reconocer a las carnitas de Santa Rosa Jáuregui como patrimonio cultural. Una iniciativa muy noble, sin duda, para la industria gastronómica, pero difícil de entender cuando lo que esperan de él es una ley que puede salvar vidas. A eso habría que sumarle concursos de tamales y, como cereza en el pastel, un video cruzando la calle a brinquitos, como si la movilidad fuera un sketch cómico para redes sociales.
La diferencia es que, mientras Correa juega a ser influencer de la política “simpática”, la realidad golpea: ciclistas atropellados, peatones invisibles y un transporte público que demanda ajustes. Los colectivos lo saben bien y no tienen tiempo para las ocurrencias: la movilidad no es un chiste, es una deuda pendiente que ya cuesta vidas.
Lo irónico es que en su anterior paso por el Congreso, Correa Sada ya había dejado fama de legislador gris, de esos que calientan curul más que transformar la realidad. Hoy que volvió, parece decidido a no quitarse la etiqueta, aunque esta vez con el añadido de bufón. Un diputado flojo que, en lugar de arremangarse para trabajar en una de las leyes más urgentes, prefiere hacer de su labor legislativa un espectáculo de feria.
La homologación de la Ley de Movilidad no es un capricho, es una exigencia nacional para garantizar seguridad en las calles y ordenar el caos vial que padecen las ciudades mexicanas. Pero en Querétaro, gracias al diputado Correa, esa exigencia se disuelve entre carnitas, tamales y videos “cómicos”.
Lo peor no es que no haga su trabajo, sino que simula hacerlo. Porque nada hay más peligroso que un legislador que convierte las tragedias de la movilidad en un terreno de ocurrencias y frivolidades.
Enrique Correa ya dejó claro su estilo: flojo y bufón. El problema es que, mientras él se divierte, la ciudadanía paga con su vida el costo de esa comedia mal actuada.