sábado, agosto 16, 2025
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La pobreza baja… pero el discurso sigue en crisis

por:Khalid Osorio

El Toque Crítico

Resulta que, contra todo pronóstico y para desgracia de quienes llevan seis años esperando que el país se caiga a pedazos, el INEGI soltó una bomba estadística: 13.8 millones de mexicanos dejaron de ser pobres durante el sexenio de López Obrador. Sí, leyó bien: millones, no miles, y no en una presentación del Banco Mundial, sino en datos duros. La pobreza bajó del 41.9% al 29.6%, la extrema del 7% al 5.3%, y los salarios mínimos por fin le ganaron a la inflación.

Pero, claro, la pobreza será menos, pero el ingenio de la oposición para menospreciar logros sigue intacto. Algunos se quejan de que “no es cierto”, que “el INEGI miente”, que “solo les dan pescado en lugar de enseñarles a pescar”… curiosamente los mismos que durante décadas ni daban pescado ni caña. Y lo mejor: algunos medios tan “objetivos” que prefirieron esconder la noticia en páginas interiores, no vaya a ser que se les caiga la narrativa de que el país está peor que nunca.

La ironía es que, mientras la pobreza baja, la credibilidad mediática hace lo contrario. Unos portales recortan las cifras, otros omiten el sexenio completo, y algunos —literalmente— hacen como que la noticia no existe.

Ahora, no es que todo sea miel sobre hojuelas. El acceso a la salud empeoró y las brechas entre zonas rurales, comunidades indígenas y el resto del país siguen siendo profundas. Pero ahí está el dato incómodo: se logró lo que en 40 años parecía imposible. Y no, no fue magia ni casualidad: subió el salario mínimo 110%, se limitaron abusos de outsourcing y se repartieron transferencias directas que sí hicieron la diferencia.

Eso sí, falta ver si este modelo se sostiene. Algunos economistas dicen que sí, pero ya sabemos que en México el futuro depende tanto de las finanzas como de las elecciones. Porque mientras las cifras dicen una cosa, la política dice otra: no es lo mismo reducir la pobreza que convencer a quienes viven de quejarse de que eso está mal.

Al final, la lección es simple: la pobreza no es una maldición eterna, pero el sesgo mediático y político parece que sí.

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